Pilar Montejo
Pilar Montejo Aranda fue una actriz barcelonesa. Trabajó en los escalafones más modestos del show business: teatro de vodevil, teatro amateur, revista, papeles secundarios en cine y televisión, etcétera. Es decir, lo que podríamos denominar el proletariado del espectáculo.
De su periplo vital por este valle de lágrimas, sólo sabemos que su nombre completo fue María del Pilar Montejo Aranda y que falleció en Barcelona el 16 de enero de 2001, a la edad de ochenta y ocho años (con lo cual, podemos suponer que su año de nacimiento es 1912).
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Su nombre aparece en una nota de La Vanguardia del sábado 6 de octubre de 1928. El día siguiente, domingo 7, se celebraría un «programa de extensión cultural» a cargo de la Agrupación Escolar Torner, «dedicado a los ex alumnos de la Academia». Esa velada tuvo lugar en el salón de actos de la propia academia. En ella, tomó parte Pilar, declamando el monólogo El cuento de la abuelita. Por aquellas fechas, nuestra protagonista tendría unos quince o dieciséis años.
Sobre esa Academia Torner en la que estudió la Montejo, podemos encontrar varias informaciones en internet. Según la Wikipedia catalana, fue fundada en 1916 por Jaume Torner, «republicano y esperantista», en la calle Ancha nº 27. La academia del señor Torner sirvió, asimismo, como redacción de la revista Inteligencia y Voluntad. Unos diez años después, la sede de la academia se trasladó al número 39 de la calle Aviñón.
Como dato curioso, leemos en el blog Pensión Ulises que «en esta academia privada, siempre había un grupo de niños gitanos, seguramente porque el director, Jaume Torner, que era republicano y defensor de la enseñanza del esperanto, mantenía buenas relaciones con el párroco de la Basílica de Nuestra Señora de la Merced, patrona de Barcelona». Es decir, un centro escolar que, a priori, sería terreno abonado para que una muchachita desarrollara su vocación artística.
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Después de su paso por la Academia Torner, Pilar Montejo ingresó en las clases de declamación catalana que el muy veterano actor Augusto Barbosa impartía en el Teatro del Liceo.
En calidad de alumna del Sr. Barbosa, la Montejo intervino en la puesta en escena de la obra Aucells de pas, de Santiago Rusiñol, que se celebró el 3 de marzo de 1936 en el «coquetón teatro-escuela del Conservatorio del Liceo», según la crónica del diario El Diluvio de dos días después. El artículo del Diluvio también hizo notar que el lleno fue completo.
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Fachada del teatro Poliorama cuando fue la sede de los Elencos de Guerra
Pilar Montejo reapareció como actriz teatral amateur, ya en plena guerra.
El domingo 8 de mayo de 1938, la Montejo se presentó en el Teatro Catalán de la Comedia (hoy en día Poliorama) como integrante de los «Elencos de Guerra de la FCSTA»: Federación Catalana de Sociedades de Teatro Amateur.
El debut de esa compañía se había tenido que retrasar a causa de la muerte del director de la misma, Andrés Guixer, en un bombardeo «de la aviación ítalo-germana», decía La Vanguardia el 5 de mayo. Además, varios de los actores de la agrupación habían sido enviados al frente.
Ese domingo, en sesión matinal (diez y cuarto), «pública pero por rigurosa invitación» (según el mismo artículo de La Vanguardia del 5 de mayo) y en la que se presentaron las tres obras premiadas en el Concurso de Obras de Cara a la Guerra: Un día de novembre (J. Roig-Guivernau), Nadal en temps de guerra (Lluís Capdevila) y Comiats a trenc d’alba (Ramón Vinyes). El dramaturgo Ambrosio Carrión dirigió las tres obras, que contaron con decorados de, entre otros, el posteriormente cotizado pintor Antonio Clavé.
De esas tres obras, la Montejo intervino en Nadal en temps de guerra, en el papel de Julia. El autor de la pieza, Lluís Capdevila, que había estrenado decenas de comedias vodevilescas en el Paralelo y en el Romea barceloneses en los años veinte, tuvo el atrevimiento de trasladar el nacimiento de N. S. Jesucristo nada menos que a las trincheras del frente rojo:
Nadal en temps de guerra es un cuadro gentilísimo –decía La Vanguardia del día 11 de mayo–, compuesto de mano maestra por Luis Capdevila. Un grupo de hombres se halla en la noche de Navidad en una trinchera. Entre ellos está Jesús, el que, como hace veinte siglos, viene a traer la luz a los hombres. Se escuchan las campanas de las iglesias del campo enemigo. ¿Cuáles son las que evocan y difunden la voz madrileña? Más que aquellas campanas de muerte, esta guitarra, esta canción, sentidas, humanas…
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El domingo primero de enero de 1939, los Elencos de Guerra de la FCSTA dieron su segunda representación en el Teatro Barcelona. Las obras del repertorio fueron Pas als herois, de Agustín Collado; El marsellès, de José María Francés y Mare Dolorosa, de J. Navarro Costabella. De nuevo, Clavé colaboró en la escenografía.
La Hoja del Lunes del día siguiente destacaba:
«Significadas personalidades de nuestro mundo político e intelectual honraron con su presencia esta actuación, entre las cuales destacamos al honorable consejero de Cultura, don Carlos Pi Sunyer; el alcalde de la ciudad, don Hilario Salvadó; el señor Fábregas, en representación del Parlamento de Cataluña; el subsecretario de Cultura, señor Frontera» y bla, bla, bla…
Otros asistentes que presenciaron la actuación de la Montejo y los demás amateurs fueron el doctor Augusto Pi Sunyer, Juan Cumellas (director teatral y entonces delegado de la Generalidad de Cataluña en el Poliorama), el dramaturgo Ramón Vinyes, el poeta y futbolista José Gimeno Navarro, etc.
Eso ocurría el 1 de enero; veinticinco días más tarde, las tropas nacionales entraron en la ciudad condal.
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A pesar de su significación en el teatro rojo durante la guerra, Pilar Montejo pronto volvió a trabajar en los escenarios barceloneses. El domingo 1 de junio de 1941, vemos incluso que se organizó una función en homenaje suyo, en la sala de teatro del Orfeón de Sans. En la primera parte de esa velada, se puso en escena la comedia de los hermanos Quintero Malvaloca.
En El amor empieza en sábado, película rodada en Barcelona en el otoño de 1958, la Montejo interpretó a la madre del personaje femenino protagonista, Juanita, una bella morena de ojos verdes. La madre quiere casar a Juanita con un «buen partido», que en este caso es el productor de cine norteamericano al que da vida Gustavo Rojo. A Juanita la interpretaba la actriz austríaca Erika Remberg.
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