Juan Aymerich – piloto de carreras y actor
Si uno es aficionado a mirar películas producidas en Barcelona entre finales de los años cincuenta y mediados de los setenta, es muy probable que haya visto el rostro de Juan Aymerich. Y es altamente probable también que ese rostro aparezca no muy lejos de un automóvil.
Durante unos meses, la identificación de este actor / figurante del cine español me trajo de cabeza. Me fijé por vez primera en él al volver a mirar Las alegres chicas de El Molino, de José Antonio de la Loma –excelente película, por cierto; me da igual que su prestigio cinéfilo sea casi nulo–. Él es el señor ya entradito en años que recoge a Christa Leem haciendo autoestop en una carretera cerca de lo que parece ser Castelldefels o Sitges; cuando el conductor ya ha aceptado a la macizorra de Christa, entonces aparece de detrás de unos matorrales su novio, interpretado por el apolíneo actor canario David Carpenter. Bien, pues me extrañó que el actor que interpreta ese papel no estuviera acreditado y empecé una investigação – mirando las películas de todos los actores de Las alegres chicas de El Molino cuyo personaje no pudiera quedar claro. Y nada.
Mientras, me seguía encontrando a menudo al «señor del autoestop» aquí y allá, en papeles secundarios o de figuración en películas catalanas de los cincuenta, sesenta y setenta. Se le puede reconocer muy claramente en El castigador (1965), una comedia de Cassen dirigida por Juan Bosch; pero, a pesar de que su personaje, el taxista que debe llevar a una novia despechada hacia su «exilio amoroso», tiene nombre (Genaro), el misterioso actor seguía sin ser identificado…
Al actor del autoestop también se le puede reconocer, mucho más joven que en la peli de El Molino, con sus grandes ojos claros y un cierto parecido al legendario actor francés Gérard Philipe, como uno de los miembros del Patronato en La ruta de los narcóticos, de José María Forn, rodada en 1962 y estrenada en 1963.
Al actor misterioso del autoestop me lo volví a encontrar detrás de un volante en La chica del auto-stop (¡precisamente!), filme dirigido por el dibujante en 1963. En esta ocasión, le vi recogiendo a otra joven poco escrupulosa, que, como dice el título, se dedica a hacer dedo (llamada paradójicamente Angélica e interpretada por la presentadora de televisión Olga Omar). ¡Y de nuevo, no había manera de adjudicarle el nombre de ningún actor a ese personaje!
Decidí entonces tirar de hemeroteca y buscar el nombre de los intérpretes que, potencialmente, podían ser el misterioso actor al que a menudo le repartían papeles de conductor.
Al llegar a «Juan Aymerich», ¡tachán!, se produjo la magia. Me encontré con un artículo publicado en el diario madrileño Pueblo el 4 de noviembre de 1961, encabezado por la fotografía que preside esta entrada en mi blog y el titular «Esta es la cara “más publicitaria de Europa”».
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Sospechábamos que Juan Aymerich, «El Conductor», debía de tener alguna relación en su vida real con el automovilismo y no nos equivocábamos. «He nacido –declaró en los años cuarenta a Mundo Deportivo– en el “medio” de los autos. Mi padre se dedicaba a este negocio. Y por su cuenta construyó en Barcelona dos prototipos de los que El Mundo Deportivo habló con elogio en su tiempo. Llevaban la marca “AFA” y la prensa técnica inglesa los destacó a su vez con comentarios» [Francisco Gibert: «“The caballero Don Juan Aymerich”, casi campeón del mundo de Midget-Racing»; El Mundo Deportivo, Barcelona, 23 de noviembre de 1947, pág. 4].
El padre al que menciona Juan fue Juan Aymerich Casanovas, nacido en 1894 y fallecido en 1966. Del padre de nuestro protagonista, poca información hemos encontrado. Hemos averiguado que Aymerich Casanovas tenía un taller de reparación de automóviles en la calle Rector Ubach de Barcelona. En 1942, Juan Aymerich «sénior» formó una empresa fabricante de automóviles (AFA; Automóviles Fernández Aymerich), que sólo lanzó un prototipo al mercado, en 1944, del que se puede encontrar amplia información en este enlace de la web Autopasión18.
Juan Aymerich Piñeiro, el actor, el protagonista de este esbozo de biografía, nació en Barcelona el 23 de junio de 1919.
Antes de la pasión por los coches, para nuestro Juan Aymerich estuvo la pasión por el deporte, dígamos, «físico». Tenemos constancia de la participación de un tal Juan Aymerich, que seguramente se trate de nuestro biografiado, que compitió en el cross que en enero de 1937 se celebró en los alrededores del Polo Jockey Club de la Avenida Diagonal. Aymerich consta en la lista de «Neófitos y Debutantes» de esa carrera, publicada el día 31 de enero en el Mundo Deportivo.
Curiosamente, Juan Aymerich Piñeiro tiene una entrada en la Enciclopedia Catalana que se centra solamente en su faceta de atleta y desdeña la de piloto y la de actor. Dice esa entrada que Aymerich fue «membre del Reial Club Deportiu Espanyol de Barcelona» y que «es proclamà campió d’Espanya en la prova de 3.000 m obstacles (1940), amb una marca de 10.26 min».
En las actas de la Reunión n.º 14 (1 de marzo de 1941) de la Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles se resolvió «gestionar la autorización de entrada en México de las siguientes personas residentes en Lisboa». Entre esas personas estaba Joan Aymerich Piñeiro. Sin embargo, en el registro de migraciones del Portal PARES del Ministerio de Cultura del Gobierno de España no consta que Juan Aymerich viajara en ningún momento a México. Éste es uno de los varios misterios en la trayectoria vital de nuestro misterioso protagonista.
En lugar de en México, Aymerich se instaló en Londres. En la entrevista que hemos citado anteriormente para El Mundo Deportivo, fue «la aventura» lo que le llevó a establecerse en Inglaterra en el año 1941. Fue entonces cuando empezó a dedicarse a los coches de carreras, primero conduciendo un Alfa Romeo y después dedicándose a los midget cars, coches de carreras de pequeño formato. Gracias a un artículo publicado en el Saturday Herald-Express de Torquay el 21 de septiembre del 46, página 3, sabemos que Juan Aymerich residía entonces en Shirburn Road, en Torquay, ciudad costera del condado de Devon, al sur del país.
En la primavera de 1946, Aymerich había estado incluso a punto de participar en las famosas 500 Millas de Indianápolis. Que sepamos, no llegó a hacerlo. Sin embargo, unos meses más tarde, concretamente el 11 de octubre, Juan organizó una competición (que fue más bien una exhibición, al parecer) de midget cars en La Haya.
En enero de 1947, Juan Aymerich organizó un encuentro de este tipo de coches en Knowle (West Midlands, Inglaterra) y posteriormente reunió a un equipo de pilotos para presentarse en los Estados Unidos, cosa que no sabemos si consiguió.
Sí nos consta su viaje a su ciudad natal, que duró de finales de 1947 hasta principios de 1948. Su visita a Barcelona despertó bastante interés en la prensa de la ciudad. El entrevistador de la revista Destino (24-1-48, p. 14) escribió:
«Juan Aymerich Piñeiro, un auténtico as internacional de esta especialidad [la de los midgets], es un muchacho nacido en Barcelona, pero que reside en las afueras de Londres. Después de unos años de ausencia ha venido a resolver unos asuntos de familia, y uno saca la impresión de que no le costaría mucho quedarse otra vez aquí, si pudiera dedicarse de lleno a su arriesgada profesión» [J. F. D.: «¿Veremos en Barcelona carreras de “midget”?», Destino, 24 de enero de 1948, pág. 14].
Lo que se lo impedía, al parecer, era la falta de pistas adecuadas y de la poca disponibilidad de ese tipo de bólidos en tierras españolas.
Además, en el extranjero, Aymerich contaba con el aliciente de cara a su público de lo «exótico» de su origen: «Es difícil formarse una idea –decía a Francisco Gibert, en la entrevista del Mundo Deportivo–, de lo que le pasa a uno, cuando la gente se entera de que es de aquí. Le preguntan cuántos toros ha muerto. Si es más emocionante lidiar o correr en pista. Y en estos escenarios en los que la gente va para electrizarse un poco, estos ribetes dan mucha personalidad, es cierto, pero también responsabilidad. Se fijan demasiado en uno. Mire estos programas. En ninguno se descuidan de decir que participa “Don” Juan –este “don” es un latiguillo que me ha perseguido siempre–. He sido por tiempo el único corredor español, en estas lides. Mis compañeros ingleses me han acogido con un compañerismo tan cordial, que, gracias a ello, he podido organizar sesiones en Holanda y en París».
Por cierto, Aymerich fue el organizador, con la Peña Motorista Barcelona, de la primera carrera de midgets organizada en la ciudad condal, concretamente en el Canódromo Parque. Fue el 26 de junio de 1948, según lo anunciaba la revista Destino una semana antes [«Los “mitdget” (sic) van a rodar», Destino, 19 de junio de 1948, pág. 23].
Dejamos de encontrar noticias referidas a Juan Aymerich en la prensa hasta que, en enero de 1950, sucedió un rocambolesco episodio que se publicó en el periódico inglés Evening Chronicle, de Mánchester. Dice así:
«Dos pilotos mancunianos de carreras automovilísticas, Trevor Dutton, de treinta y tres años, y su hermano Bill, de veintisiete (residentes en Hyde-Road, West Gorton) se presentaron en una comisaría de Londres diciendo que estaban sin blanca y pidiendo a los agentes ayuda para volver a su casa.
»Acababan de regresar de España, donde no les habían dejado participar en las pistas barcelonesas y sus autos habían sido confiscados hasta poder firmar un contrato.
»Los hermanos Dutton habían conocido, en las pistas de Belle Vue (Mánchester), a Juan Aymerich, un conocido piloto de coches midget, quien los había invitado a la competición de Barcelona» [Evening Chronicle, Mánchester, 23 de enero de 1950, pág. 6].
Tres años después de esa noticia, encontramos a Juan Aymerich en Suiza. El Journal de Genève del 3 de septiembre de 1953 lo menciona como uno de los participantes en la carrera de Stock Cars a celebrarse el siguiente fin de semana en las instalaciones del polideportivo Bout-du-Monde, en Ginebra.
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Un par de años más tarde, Juan sufrió un accidente en la carrera de las Mil Millas, en Italia, que le obligó a retirarse del deporte que era su gran afición. «Cuando abandona el automovilismo –se lee en el artículo citado de Pueblo–, se encuentra con un futuro en blanco. Únicamente conoce que él es un buen vendedor y un ex campeón de la velocidad».
«Pero mi sorpresa –dijo él– fue cuando me reclamaron en Ginebra para intervenir en una película de la televisión. Se trataba del Don Juan de Zorrilla. Y necesitaban un intérprete español. Contaron conmigo. Yo, hasta entonces, desconocía mis cualidades interpretativas» [Pueblo, 4-11-1961, pág. 8]. Así de fácil fue la entrada de Juan Aymerich Piñeiro en el mundo del celuloide, allá por la mitad de los años cincuenta. De ese telefilme suizo basado en el Don Juan de Zorrilla, no obstante, no hemos encontrado de momento ninguna referencia más que las propias palabras de su supuesto protagonista. De todos modos, el Anuario Español de Cinematografía para el año 63 nos indica un título en la filmografía de Juan Aymerich: Les aventures de timide Don Juan.
Según ese mismo Anuario, la primera película destinada a las salas de cine en la que trabajó Aymerich fue una oscura coproducción hispano-británica titulada Pasaporte al infierno, que Cecil H. Williamson dirigió en 1956.
También nos indica ese anuario que Juan Aymerich trabajó en varias películas, como El aventurero (otra coproducción hispano-británica, de 1957, dirigida por Ricardo Gascón y Kenneth Hume), Simbad y la princesa y un misterioso título de 1958: World Music. Asimismo, algunas fuentes citan la presencia en un papel muy secundario de nuestro protagonista en la Historia de una monja de Audrey Hepburn (dirigida por Fred Zinnemann), que se rodó en los estudios romanos de Cinecittà en la primera mitad del año 58.
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